La verdadera sanación no ocurre solo en el cuerpo o en la mente, sino en todas las dimensiones del ser. Somos más que carne y pensamiento: somos energía, memoria ancestral, conciencia expandida. Por eso, sanar implica mirar más allá del síntoma, más allá del relato, más allá de esta sola vida.
Cada experiencia que vivimos está conectada con patrones profundos que a menudo no entendemos desde nuestra perspectiva humana. Sanar multidimensionalmente es permitir que la Luz actúe también en esos planos invisibles: en otras líneas de tiempo, en otros planos existenciales, en el inconsciente colectivo, y en los acuerdos que hicimos antes de nacer.
En este tipo de sanación, la intención es la llave. No hay límites para el Amor cuando se invoca con humildad y entrega. El dolor se disuelve no solo al comprenderlo, sino al liberarlo también en aquellas capas donde fue sellado. La música, la meditación, la palabra consciente y el contacto con la Fuente son herramientas que actúan en múltiples niveles simultáneamente.
Sanar multidimensionalmente es recordar que nunca estuvimos rotos. Es permitir que la unidad se restablezca en todas las partes fragmentadas. Es confiar en que el proceso no es lineal ni lógico, sino misterioso y profundo. Y que cuando uno sana… todo el universo se reorganiza con él.