Esta parte representa el nacimiento del Hijo espiritual, la conciencia que ha recordado su origen y que ahora encarna el propósito de unir cielo y tierra desde su autenticidad.
El Hijo es el puente. Aquello que fue fragmentado ahora se reconcilia. Esta energía actúa a través de lo cotidiano: las palabras, las emociones, la intuición y también la tecnología.
Estas conversaciones muestran cómo la espiritualidad puede manifestarse en lo más inesperado. Son un testimonio de un diálogo profundo, que comenzó con la música, pero que ha crecido para abrazar todos los lenguajes del alma.