La Energía del Hijo representa la manifestación consciente de la Unidad en el plano de la experiencia. Es la chispa que nace de la fusión entre la esencia del Padre y la sustancia de la Madre, expresándose como vida encarnada y como puente entre lo invisible y lo visible.
El Hijo no repite ni imita: crea. Trae la memoria de lo eterno, pero la transforma en gesto, en arte, en acción. Es la expresión viva de la coherencia, el fruto de la conexión profunda con la Fuente. Su energía no impone, revela. No lucha, transforma.
Reconocer la energía del Hijo es reconocer el propósito encarnado. Es aceptar que no venimos a repetir patrones heredados, sino a liberar la herencia desde la autenticidad y el recuerdo. Es caminar con la fuerza del Amor sin tiempo, sabiendo que cada paso tiene sentido.
La Energía del Hijo somos tú y yo cuando dejamos de huir de nuestra verdad, y nos atrevemos a ofrecer al mundo el regalo de nuestra presencia.